Friday, November 30, 2007

De la serie B a la Z


De vez en cuando es interesante zambullirse en el universo paralelo de la serie B. Dos propuestas diametralmente opuestas. La ciudad de los muertos vivientes del inmortal Lucio Fulci y Kangeroza de Seijun Suzuki. Dos códigos visuales antagónicos hasta rayar en lo agónico. No se trata de contrapunto sino más bien de la imagen en positivo y en negativo. El código de colores, la simbología de la muerte, los gestos y protocolos de la cultura occidental y oriental para enfrentarse al viaje final.
Freud habría quedado prendado de la sucesión de neurosis, obsesiones primarias con muñecas y gusanos. La figura siempre ambigua del cataléptico que tanto juego dio al maestro del horror, E. A. Poe. Sucesión de imágenes repugnantes que pretenden conjugar a Lovecraft y a las brujas de Salem, en un cóctel algo difícil de digerir. Los anélidos que nos persiguen en sueños, el único anillo que no podremos eludir.

Wednesday, November 28, 2007

Vier Minuten



El director cree que la crudeza de la historia que narra le exime de toda sintaxis cinematográfica. El fraseo prodigioso de la pianista asesina, que ataca las teclas como otras tantas víctimas, no basta para mantener la cinta a flote. No ayuda tampoco lo previsible del argumento que viene a engrosar la ya interminable lista de falsos culpables. A la violencia producto del abuso infantil viene a sumarse la figura de un padre déspota que sueña con una niña prodigio, un nuevo Mozart que cautive a la corte y sus consortes.

La sexagenaria profesora de piano, la muerte de su amante comunista colgada de una viga, mientras caían las bombas aliadas, un amor ilícito en el espejo. El dulce dolor de la autolesión, los arranques de agresividad de los animales enjaulados. Seres humanos que pierden su condición. El hombre lo es porque se cree libre, cuando se sabe prisionero se retrotrae a un estadio primitivo de salvajismo.

No alcanza la propuesta narrativa la oscura profundidad psicológica de Haneke en su adaptación de la novela de Elfriede Jelinek. Los extraños cauces de la sumisión y el dolor. El piano, instrumento que fagocita al intérprete. Atrapa en la maraña de cuerdas y mazas al que se atreve a asomarse a la tela de araña. Nada sutiles las metáforas visuales y el uso del montaje alternado, para mostrarnos en flashback a qué obedece el mutismo de la instructura de piano, su aparente insensibilidad ante el sufrimiento ajeno. Su represión sexual explicada por su amor homosexual en tiempos de guerra, su rebeldía soterrada por despecho ante un mundo que le arrancó del pecho el corazón.

La lucha entre el tradicionalismo de la profesora y la rebeldía de la alumna díscola que prefiere la libertad de los modos del blues a las encorsetadas armonías de Schumann. Todo hay que corregirlo, la postura, la acometida, sus tendencias autodestructivas, la despreocupación absoluta por su suerte, la presencia obsesiva de la muerte. Las confesiones suenan vacías. El aborto provocado por médicos desaprensivos que deciden no practicar una cesárea, Oskar, el hijo que nunca fue, de su amante que la dejó pudrirse en la cárcel. Las tendencias sexuales de la profesora, el informe de la Gestapo que circula de mano en mano.

Tuesday, November 27, 2007

Survivre avec les loups


Una bella historia muy mal contada. La cautivadora autobiografía de una Anna Frank belga que baila con lobos. Cruza Europa siempre hacia el este siguiendo la pista de sus padres, judíos ucranianos deportados por la Gestapo. Misha inicia un periplo de ida y vuelta por los bosques europeos que la llevará hasta Ucrania y de nuevo a Bruselas con la liberación. Fábula de una caperucita roja que no teme al lobo feroz sino que lo interioriza e imita. Gretel inopinada que deja un rastro de piedrecitas que conforman su nombre, talla sus iniciales en los troncos de los árboles, siguiendo implacablemente la aguja que marca el este. La directora abusa de los insertos que tan buenos resultados le dieron a Hitchcock para crear sutiles concatenaciones de causa-efecto: la brújula, el cuchillo, la muñeca. Son todo muletillas narrativas que permiten que la película no se estanque y que el montaje a ritmo de videoclip nos muestre sin prisa pero sin pausa las evoluciones de la niña por paisajes nevados, y oscuros bosques.
Cuento infantil, parábola edificante de una niña que amansa a las fieras y sufre la violencia de los hombres cuya agresividad los torna niños. Hay aciertos visuales, acercamientos tímidos al documental: los niños polacos con las manos en la cabeza siendo conducidos a la muerte, el desalojo del ghetto de Varsovia. Recuerda vagamente a los clásicos del Shoah: La lista de Schindler, El pianista aunque claro está Vera Belmont no es Spielberg ni Polanski. El hule rojo a modo de capa no sólo nos remite a Perrault de modo incierto sino que además nos recuerda insistentemente la niña vestida de rojo que Spielberg usó como leit motiv de la narración del holocausto, testigo presencial, víctima propiciatoria. El rojo de la sangre queda difuminado por el blanco y negro de la cinta, pero el rojo de la chaqueta remendada le devuelve el color que da vida.
No es necesario dejar que la niña nos grite su hambre de seis semanas, tampoco era necesario que gritara un NO tan rotundo cuando oye el ruido de las ametralladoras al paso del séquito de desharrapados polacos, santos inocentes por accidente. Es una película de consumo infantil a la que llevar a los niños un domingo de abril. Balizado el camino, explícitas las emociones, no hay espacio para la reflexión, ni para la identificación. Es todo demasiado simple, los lobos y los hombres, los judíos y los nazis, el bien y el mal que todo lo permea. Más allá del bien y del mal se encuentra la frontera esquiva de lo tolerable y lo intolerable, el resto es moralina que rima con naftalina.

Persepolis


El estilo del cómic recuerda a los grandes maestros europeos, pero la autobiografía es de una fuerza expresiva que trasciende las limitaciones formales.

Monday, November 19, 2007

Auf der Anderen Seite


Parece que el cine posmoderno ha llegado para quedarse. Si el gran descubrimiento del cine de principios de siglo fue el montaje alternado y las acciones paralelas para crear superposiciones que hicieran más plástico el movimiento, ahora se repliega sobre sus antecedentes literarios y explora las narraciones que se entretejen hasta crear un nudo en la garganta que deja muchos cabos sueltos. Nada que objetar al planteamiento narrativo de Fatih Akin en su nueva propuesta cinematográfica, aunque quizá resulte un tanto repetitivo en sus obsesiones: el desarraigo, la esquiva identidad cultural, la complacencia europea, el salvajismo oriental. Puede entenderse prácticamente como un panfleto pro adhesión y no sorprende nada el premio LUX que le ha otorgado el parlamento europeo. Estamos de enhorabuena, un Nobel turco, un cineasta turco-alemán con vocación integradora.
Le falta garra en todo caso a esta cinta que nos plantea demasiadas coincidencias que pretenden no ser casualidades, forzada la militancia de la joven turca que pide asilo en Alemania, desdibujada la relación entre la joven estudiante de inglés y español y la activista que reniega de la causa al conocer la muerte de su amante y amiga. Vidas cruzadas al borde de un camino que se hace al tropezar. Una madre que descubre demasiado tarde a una hija que sigue sus pasos sin conocerlos, un hijo poco pródigo, profesor de literatura y amante de Göethe, amante de los que aman, que decide repudiar a su padre condenado por la muerte accidental de una prostituta tornada ama de casa y mujer de hecho aunque no de derecho.
La identidad cultural a caballo entre dos mundos, puente entre Oriente y Occidente, centro del mundo y sus inmundicias. Estambul la ciudad de las tres culturas y las tres orillas, el cuerno de la abundancia, las islas de los príncipes.

Tuesday, November 06, 2007

4 luni, 3 saptamani si 2 zile



Mungiu nos conduce de la mano por las calles de un Bucarest ...

Sunday, November 04, 2007

Alexandra



Sokurov nos propone un viaje a los confines de la equívoca y unívoca federación rusa que trata con algo más que indiferencia a las etnias ultraperiféricas y rebeldes. Los chechenos no son obscenos como pretenden convecernos los rusos. Pueblo sometido y sojuzgado que lucha por su independencia. Pocas proclamas y soflamas hay en todo caso en esta cinta sobre el proceso de deshumanización progresiva que conduce a guerras que no tienen fin, puesto que nada empieza ni acaba, en el amor ni en la guerra. Amor de una abuela por su nieto, de una babuska resuelta que sabe que no hay nada al final de nuestro camino, palabras. Sólo los gestos y las personas balizan el camino. Sólo las emociones sobrevivirán.

En la gran tradición soviética de películas como la Balada de un soldado de Grigori Naumovich Chukhraj, máximo exponente del movimiento neoromántico 1954-1962, en la que se relata la misma historia pero a la inversa. En el film de Chukhraj es un hijo que en el frente intenta volver a casa para ver a su madre antes de que ésta muera. En el camino a casa de tren en tren, haciendo camino al andar, encuentra el amor en un recodo del camino. En esta ocasión es una abuela la que ata a un capitán del ejército, más sonrojado que enrojecido por la sangre que mancha sus manos que intuye es la misma que late en sus sienes, la misma que le persigue en sueños.

En un acuartelamiento del ejército ruso, entre centinelas descarados, cocineros taciturnos y material pesado y de transporte, engrasado concienzudo de Kalashnikovs sin cuento, la anciana Alexandra descubre a hombres que se vuelven niños, y niños a los que se obliga a ser hombres antes de tiempo. Las mujeres son un enemigo más, los soldados y el ejército aman las generalizaciones casi tanto como las incursiones. Alexandra los vence a todos con su tozudez y su sabiduría que viene de la tierra y sus semillas, de las espigas de trigo y los tristes tigres que se afilan las uñas y devoran a sus víctimas con la tristeza de un león vegetariano. Poco importa que sean chechenos o uzbecos.