Sunday, September 06, 2009

mapa de los sonidos de Tokyo


Los occidentales cuando intentan hacer cine japonés suelen caer en lugares comunes. Las tomas cenitales de Tokyo, las luces y colores del neón, los olores de las lonjas de pescado, el exotismo de la incomunicación y la masificación nipona, la relación cercana con la violencia y morosa con el suicidio. Todo ello produce un extrañamiento artificioso. A medio camino entre el cine de Kitano obsesionado con yakuzas y pactos de sangre, la exploración del erotismo de Oshima y el género nuevo de un yanki en la corte del emperador del japón que se pierde en la traducción esta película me deja confuso. Último tango en Tokyo, pero sin aciertos visuales ni sadismos emocionales, todo muy civilizado y comedido. Apuesto a que Coixet había visto a Sergi en Una relación pornográfica y no se pudo resistir.

No me interesa la mirada occidental sobre el oriente, suele ser corta de vista y se deja deslumbrar con facilidad. Las películas se acaban confundiendo con los diarios de rodaje. Todo lo que sorprende y deleita encuentra un lugar en la película. Prefiero volver a ver Marzo llega como un león de Yazaki si lo que busco son personajes alienados, si quiero épica reviso a Kurosawa. Parece una nueva moda lo de viajar y filmar. Winterbottom se pasea por Génova, Isabel Coixet por Tokyo. Más les valdría haberse quedado en su casa.

Qué decir de los sonidos de Tokyo, menuda coartada narrativa cogida por los pelos. Al ingeniero de sonido excéntrico que pretende captar los sonidos de la ciudad le sacó mucho más partido Wenders aunque la película no fuese de sus mejores. En este caso no se articula con el resto de la historia y sólo crea un cómodo narrador omnisciente, para colmar lagunas en el guión. Los personajes planos, la historia forzada para alumbrar un final que pretende sorprender.