Indiana Jones

Spielberg desbarra de mala manera y sólo logra cautivar a los incondicionales y nostálgicos del profesor de arqueología metido a ladrón de tumbas, de sombrero de fieltro calado, látigo fácil y ademanes toscos. Si en La última cruzada se planteaba el choque generacional con desparpajo y la impagable actuación de Sean Connery en esta última entrega se impone el relevo. De padres a hijos, aunque en este caso se trate de un rebelde sin causa con la estética prestada del jovencísimo Marlon Brando en Salvaje de Laszlo Benedek. Pandillero pendenciero, motorizado y electrizado. Habrá que ver cuánto tiempo tardará en cambiar la gorra por el sombrero de ala.