Lucian Blaga
EL BANDIDO
Se adentra en el bosque, patria verde.
Aguarda un instante mesándose la barba
Piensa en otros lugares, en el oro, en la sangre,
haciendo anillos de hierba.
Debe huir ahora atajando
por intrincados senderos.
Se perderá en las montañas, se perderá
olvidándose de la madre y de la muerte.
Irá cada vez más profundo, hasta donde
se ocultan las serpientes en otoño bajo el peñasco.
Liberará el espíritu del bosque
y los manantiales negros que cantan.
No lo verá nadie con el correr de los años.
Sólo desde lo alto, por doquier,
le vencerá con un grito el cuervo
y los búhos con breves lamentos.
ARADOS
Amigo nacido en la ciudad
sin compasión, cual flor en la ventana
amigo que no ha visto todavía
el campo y el sol jugando bajo perales en flor.
Quisiera llevarte, conducirte de la mano,
ven, te mostraré los surcos de los siglos.
Sobre los cerros, ¿a dónde te diriges?
hurgando con el pico en tierra fértil
son arados, arados, arados, arados infinitos:
grandes pájaros negros,
que han bajado del cielo sobre la tierra.
Para no ahuyentarlos,
debes aproximarte a ellos cantando.
Ven, despacio.
TODOS LOS CAMINOS TIENEN UN FINAL
Día verde. Espíritu del nogal.
Todos los caminos tienen un final
donde se encuentra el cielo de ventiscas,
de los amores, de las palabras.
Todos los caminos tienen un final
en el corazón del fuego
al sur del lugar
donde la pasión arde,
donde las lágrimas cantan.
POR MUCHOS CAMINOS
Por muchos caminos, por muchos, vuelven
recuerdos de ti. El final de aquel día,
que la escarcha esconde.
En mi jardín las flores
sobre otras colinas están mustias,
invocan incluso ahora
tu luz innombrable.
Dónde duermes hoy, no lo sé. Ni una
canción te recuerda. La distancia
ha interpuesto entre nosotros el camino del cielo,
el agua de los valles, el fuego de noche por los cerros,
y en la tierra flores y sufrimiento
que el día no puede condensar.
La puerta se ha cerrado. Nada permitirá
salvar el abismo.
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