Caótica Ana

Caótico Medem en su coartada narrativa, una cuenta atrás algo más que previsible en un descenso hipnótico a los infiernos. Miles de vidas en un instante. Las oscuras simas de la identidad, la esquiva realidad cotidiana. Parece que Medem ha leído con atención la Psicomagia de Alejandro Jodorowsky y ha quedado prendado de la idea de la sanación a través de una magia hipnótica. Yo sinceramente me quedo con el teatro pánico digno heredero del teatro del absurdo en una progresión natural desde Beckett y Brecht hasta nuestros días, o incluso con los experimentos visuales, con películas de culto como El topo.
Lo cierto es que cuando Medem nos propone en un penúltimo viaje a vidas anteriores de Ana, adentrarnos en la reserva india, esperamos con regocijo que abandone la ya aburrida coartada de la inducción hipnótica y abra nuevas puertas con la experiencia mística del peyote por ejemplo. Unas gotitas de Castaneda no habrían venido nada mal a este cóctel de reminiscencias hippies. Para cantos a la libertad sin lugar a dudas prefiero volver a ver Easy Rider. No me interesan las vivencias poéticas de alemanes trasnochados en cuevas ibicencas.
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