Benjamin Button

Película ambiciosa sin duda, pero desigual y errática. La estructura de la narración es meándrica, el uso del leit motiv insistente. Al final dan ganas de que la metáfora se torne real y al viejecito lo parta un rayo. La historia se inscribe en la larga tradición americana de los tall tales. Cuentos infantiles poblados por gigantes y enanos, fábulas moralizantes, narraciones hiperbólicas como la de Paul Bunyan el leñador gigante y Babe su buey azul. El subtexto el mito de la frontera, el individualismo americano del hombre autosuficiente hecho a sí mismo. Demostración fehaciente de que el azar es la coartada de los débiles.
El nombre del protagonista es ya de por sí revelador. Benjamin Button, Gilbert Grape ... Forrest Gump. Concedido, éste último rompe el patrón de la aliteración, pero nos sitúa en cualquier caso en el espacio narrativo de la fábula. No es casualidad ya que el guionista Eric Roth que trabajó con Robert Zemeckis para lograr que Tom Hanks encarnara al héroe americano tontorrón, es también el responsable de este desaguisado que malogra el cuento original de Scott Fitzgerald.
La diferencia fundamental entre ambas historias radica en el tratamiento del paso del tiempo. Independientemente de que las agujas del reloj giren en sentido levógiro o dextrógiro hay que encontrar soluciones narrativas. En el caso de Benjamin, su personaje encarna sucesivamente o todas las estrellas de cine de las distintas épocas que abarca su vida. Forrest Gump en cambio es un pícaro, servidor de muchos amos. No impersona ni suplanta, la historia de estados unidos pasa frente a sus ojos como en una moviola.
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