Sunday, January 10, 2010

Sherlock Holmes


Guy Ritchie sigue siendo un adepto del movimiento ralentizado. Quedó prendado del bullet motion que inauguraron los hermanos Wachowski con Matrix, y lo reprodujo en Lock & Stock y poco después en Snatch. Fallido intento el de reinventar el personaje de Holmes convirtiéndolo en un superhéroe de acción que parece sacado de un cómic de la Liga de hombres extraordinarios antes que de las páginas de Conan Doyle. El pastiche es excesivo, por momentos se diría una actualización de Jack el Destripador con su trasfondo de logias masónicas y conspiraciones políticas, pero descarrila y deviene un divertimento al más puro estilo Código da Vinci. Las malas lenguas dicen que desde que Madonna le dejó no volvió a ser el mismo.
Me temo que ha elegido mal el tema y peor el elenco. Robert Downey Jr es un improbable Sherlock Holmes, su histrionismo no consigue dotar al personaje de la suficiente profundidad psicológica, sexualidad ambigua y tendencia autodestructiva que destilaban las aventuras del mejor detective de todos los tiempos. Le sucede lo que a Tom Cruise, interioriza tics y comodines gestuales de sus personajes y no logra deshacerse de ellos. Estoy convencido que el pobre de Kubrick debió maldecir su suerte cuando rodaba las secuencias de alcoba para Eyes Wide Shut en las que Tom más que escuchar las confidencias de su mujer en negligée parecía estar discutiendo con su instructora de vuelo momentos antes de despegar con su caza.
Robert en cambio toma prestada la vis cómica de su papel de Charlie Chaplin para enriquecer a su Sherlock, otro fiasco. Sus dotes deductivas se transforman en juego de salón, ya no llevan la carga de la historia. Jude Law es un Watson sin matices, y sin panza que sirva de referencia a su quijote particular. La deducción ha muerto larga vida a la acción. Del sincretismo al cretinismo no hay más que un paso.
Sí que es cierto que Conan Doyle describe en diversas aventuras de Holmes sus conocimientos de esgrima, bartitsu y boxeo, pero son anecdóticas las instancias en las que se ve obligado a recurrir al uso de la fuerza. Un héroe de acción inverosímil el genio de la inferencia y el modus ponens.

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